Si viviste tu infancia o adolescencia durante las últimas décadas del siglo pasado, te advertimos que este artículo puede provocarte un poquito de nostalgia y quizás hasta de vértigo, al constatar lo rápido que ha pasado el tiempo y cómo se manifiesta su huella, sobre todo, en lo que respecta a la evolución de la tecnología. Y es que, estos artilugios, que hoy quedan relegados casi a artículos de coleccionista, en su momento, fueron dispositivos de última tecnología que todos los jóvenes deseaban poseer:
Disquetes: antes de que existiesen los pendrives, las tarjetas de memoria o el alojamiento en la nube, los archivos informáticos se guardaban en estos discos con cubierta cuadrada, en los que podías almacenar volúmenes de datos irrisorios en comparación con las cantidades que usamos actualmente (los primeros no llegaban 400 kb, ni la mitad de 1 megabyte). Aunque fueron incrementando su capacidad, finalmente quedaron en desuso y, de hecho, los ordenadores actuales no incluyen disquetera para poderlos insertar.
CASETES Y CDs: hubo un tiempo, no tan lejano, en el que la música no se descargaba de internet, ni se escuchaban en streaming a través de plataformas como Spotify. No podían faltar en la guantera del coche, para amenizar los viajes más largos. De hecho, es muy posible que aún conserves alguno de estos ejemplares en casa.
Los casetes, más antiguos que los CDs, irrumpieron a principios de los 70’ y su uso se extendió durante dos décadas. También conocidos como cintas, estaban formados por una caja de plástico en cuyo interior había dos carretes por los que discurría una cinta magnética, que más de una vez se desenrollaba y había que volver a enrollar con ayuda de objetos como lápices o bolis. Además, contaba con dos “caras” de audio y en cada una se podían grabar diferentes canciones, por lo que se tenía que dar la vuelta al casete para escuchar el repertorio completo.
Posteriormente, se comercializaron los CD, en los 80’. Su uso se expandió a finales de esa década y, en los 90’, llegó a desbancar a los casetes en popularidad, pues presentaba varias ventajas frente a estos como que no solo servían para almacenar audio, sino también imágenes y vídeo; además de mayor calidad y capacidad de almacenamiento.
VHS: análogo de la tecnología presente en los casetes, pero diseñado para la grabación y reproducción de vídeo, este sistema fue el que hacía posible, en los 80’ y 90’, que en nuestros hogares pudiéramos tener a nuestra disposición nuestros contenidos audiovisuales favoritos en cualquier momento. En toda casa arquetípica de finales del siglo pasado que se preciara, había dos bibliotecas: la compuesta por los libros y la formada por la colección de cintas VHS, entre las que se podían encontrar desde películas, hasta grabaciones de los programas emitidos en TV o vídeos familiares. En este contexto, aparecieron las tiendas de alquiler de vídeos o videoclubs que gozaron de gran popularidad en esas décadas.
Sin embargo, la llegada de los DVD a finales de los 90’, un formato similar a los CD, aunque con mayor capacidad de almacenamiento, ya supuso un declive en el uso y distribución del VHS, dado que presentaba ventajas notables frente a su antecesor. No obstante, la estocada final a este formato fue provocada por la expansión de los contenidos en streaming, a finales de los 2000.
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Walkman y Discman: a pesar de que están teniendo un relativo renacimiento impulsado por la moda de la tecnología retro, lo cierto es que estos dispositivos fueron cayendo en desuso con la llegada, primero de los reproductores de mp3 y mp4 y, finalmente, con la de los smartphones.
El walkman, que fue el pionero, refleja en su nombre el propósito de su diseño (hombre que anda), pues permitía a quien lo portara, escuchar música mientras realizaba cualquier actividad, incluso caminar. Consistía en un reproductor de casetes conectado a unos auriculares y fue creado en 1979.
Por su parte, el discman se inventó en 1984 y se diferenciaba del anterior en que servía para reproducir CDs.
Buscapersonas: también conocido como beeper o simplemente busca, este aparato revolucionó el mundo de la comunicación antes de la aparición de los teléfonos móviles. Consistía en un pequeño dispositivo en el que se recibían mensajes cortos. Se convirtió en las últimas décadas del siglo XX en un elemento indispensable para aquellos profesionales que debiesen estar localizables en cualquier momento, como médicos, responsables de seguridad o directivos.
Reloj calculadora: finalizamos nuestro peculiar recorrido, con este artilugio que en su tiempo fue una innovación de lo más original. Patentado por Casio, fusionaba los dos dispositivos insignia de la marca: el reloj digital de pulsera y una mini calculadora científica. Sin duda, fue uno de los objetos más preciados de cualquiera que estudiase matemáticas en los 90’.